LA BUENA SUERTE
La buena suerte
―Voy
a agarrar la escopeta y los voy a matar a todos. Si. No me mires así. No me
mires así te dije. Voy a salir y los voy a matar a todos. Este mundo me tiene
podrida, puro luchar y luchar, laburar y laburar. Ya estoy podrida ¿Entendes? ¿No
entendes vos que estoy podrida de pelear y pelear todos los malditos días?
¿Adónde la pusiste? ¿Adónde? ¡Decime dale decime!
―Pero
escúchame negra, por favor, siempre igual vos. Estamos acá tranquilitos,
acostaditos, mirando la nueva película de Moure donde yo aparezco en una escena
y ya empezas de vuelta. Ves que no se puede contigo, aparte haber, usa la
cabeza un poco, la escopeta lleva un solo cartucho. ¿Cómo vas a hacer para
matar a todo el mundo con un solo cartucho? Hay millones y millones de gente en
el mundo. ¿Entendes? Sos vos la que no entiende las cosas.
―
¡Disparo y vuelvo a cargar y otra vez y otra vez y otra vez! ¿Adónde está? ¡Te
digo que me digas adónde está! ¿La escondiste o qué?
―Deberías
estar contenta en vez de estar así. Cuantos quisieran tener la suerte que
tuvistes vos. Sacar la lotería nacional, el gordo de fin de año. Vos sos una
privilegiada, una en un millón ¿entendes?
―Que
gordo ni que mierda. ¿De qué me sirvió a mí el gordo he? ¡A todos los voy a
matar, gordos flacos grandes chiquitos hombres mujeres a todos los voy a matar!
Ya me cansé. No entendes vos. Me cansé
―
¿Y cómo vas a hacer para comprar tanto cartucho? Te pensas que son baratos he.
A 50 pesos cada uno y tenes que comprar miles, millones
―Voy
a vender todo. Voy a sacar la plata que pusimos en el banco. Voy a vender la
casa de la playa, esta de acá, el auto, el LCD de 52 pulgadas y todas las otras
mierdas que comprastes
―No
vas a vender nada mi amorcito, que vas a vender. ¡Mira, mira! ahí estoy yo en
la escena ¿me vistes, me vistes? Tenes un compañero que sale en una película,
deberías estar contenta y orgullosa
―
¡Cien mil pesos tuve que poner para que hagan la película esa y vos salgas con
esa cara de pelotudo que tenes! ¿Adónde mierda pusistes la escopeta? Voy a
vender todo, te juro que voy a vender todo
―
No vas a vender nada. Todo lo que compramos lo compramos a mi nombre y solo a
mi nombre está la plata del banco. Minga vas a vender. Olvídate
―Ves,
ves lo que te digo, son todos iguales, todos jodedores. ¿Adónde esta esa
maldita escopeta? En algún lado tiene que estar. ¡Ahora resulta que la que
acertó todos los números fui yo y tengo que seguir yendo a trabajar como si
nada!
―Vos,
sos igual a todos negra. Lo único que haces es quejarte y quejarte y quejarte
―Ya se, ya sé adónde la escondiste. Abajo de la cama. Acá
esta, acá esta.
Tomó la vieja escopeta que nunca se
había usado, la que teníamos con Héctor y Marcel por si algún día pintaba la
revolución
―Si
vas a salir a matar a todo el mundo por lo menos límpiala. Mira lo que es eso,
llena de herrumbre y telas de araña y tampoco estaría mal que buscaras y le pongas
un cartucho. Está ahí, ahí, dónde estaba la escopeta, eso sí, vas a tener que
comprar más, me parece no.
El cartucho casi que desarmado
parece estar más viejo que la escopeta. Decidió no perder tiempo limpiándola,
la cargó y me apuntó.
―
¿Qué haces? No juegues con eso, deja. ¡Deja te dije, no sabes que a las armas
las carga el diablo!
Las paredes se movieron, el piso y
la cama temblaron. Un zumbido que de a poco se iba apagando era lo único que
escuchaba. Busqué el agujero en mi cuerpo, la sangre y no encontré nada. Todo
está sobre la alfombra nueva, sobre su cara, sobre su ropa. Ya todos están
muertos, ya no existe nadie ni nada, para ella.
―Mierda,
la alfombra persa nueva.
Llamé al comisario, amigo mío. Dejé
el cheque pronto para cuando viniera y todo fuera rápido. Suicidio, solo eso.
Me senté en la computadora y encargué el mejor cajón, de roble y una placa de
bronce que diga “a vos te debo todo mi amor”. Y una alfombra nueva.
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